Vargas Llosas, muy discutido hoy en Argentina por sus declaraciones políticas tan sumergidas en lo más anticuado de la derecha latinoamericana, fue, en su juventud, un buen escritor. "La ciudad y los perros", "La casa verde" y, de forma secundaria, "Los cachorros", lo mostraban como un escritor de gran potencial. Pero, con el correr de los años, como le pasó a Cortázar, entró de cabeza en el negocio editorial. Comenzó, entonces, a publicar uno y otro libro que muy bien no se sabía si los había escrito él mismo (que todavía no se sabe) o algún contratado ya que no hay dos de ellos que tengan el mismo estilo. Hombre que quiso ser presidente de Perú, palabras políticas tiene para defenderse, dijo que sus libros estaban escritos en varios estilos porque cada tema debía llevar un estilo propio. Teoría muy interesante no seguida por ningún gran narrador que haya existido y que a mí me suena más a libros hechos por otros. Diederich, el dominicano, lo denunció por plagio diciendo que "La fiesta del chivo" era suyo y Vargas Llosa lo copió. Pero todo puede ser en el mundo en que Vargas Llosa vive. Todo lo que dé dinero y mantenga la fama.
Personalmente, no me gusta lo que escribe. Y exceptúo "La ciudad y los perros", hoy una novela intrascendente pero que tuvo su buen momento en los años sesenta. Ahora, Vargas Llosas publicó "El sueño del celta", una novela de esas que le gustan a los editores y a los que compran en librerías de centros comerciales mientras pasean con los chicos. Como todo buen bestsellers, tiene escenarios internacionales. El Congo, Inglaterra. Un hombre de leyenda, Roger Casement, una especie de héroe que no es tan héroe (como en la infinita larga lista de las novelas negras norteamericanas). Para mayor gusto de los lectores, hay homosexualidad, escándalos, y fondos históricos que tanto resaltan las historias dándole veracidad. La novela me parece digna de Morris West o Jonathan Black. Cualquiera de ellos (con la ayuda de dos o tres "negros") la hacían en un par de meses. Para un premio Nobel no es más que la justificación de lo injustificado de esos premios.