Mankell es, sin dudas, el mejor escritor de novelas policiales de la actualidad. La serie del inspector Wallander es una de las mejor escritas, sino la mejor, de la novela negra.
Con Wallander consiguió no sólo crear un personaje con características reales (con evidente semejante a Maigret, de Simenon) sino a insertarlo en tramas interesantes y, siempre, con un trasfondo social que se desarrolla por debajo de la historia principal pero que, de algún modo se relaciona con ella y la sostiene.
En todos estos años, hemos visto cómo cambiaba la vida del inspector. Ahora, cumplido su sueño de tener una casa en el campo, se ha convertido en abuelo. Pareciera que sus días pueden transcurrir con tranquilidad pero Mankell ha decidido mantenerlo en acción. Su consuegro desaparece en el bosque y, aunque la policía se encarga del caso, es obvio que el inspector no puede mantenerse ajeno al caso.
Dentro de la absoluta tradición policial pero con un muy interesante manejo del lenguaje y gran destreza en la descripción de personajes y situaciones, Mankell muestra, una vez más, que es un escritor que supera al género. Un buen libro, entretenido y muy bien escrito.